laninaquintana

Había ganado, todo su esfuerzo, todo su sudor, sus lagrimas, su tiempo, su abstinencia y soledad habían valido la pena, se sentía digno de volver a su casa, se sentía digno de ser el orgullo de su entrenador y su querido abuelo. Esa medalla no era solo el símbolo de su triunfo, sino de que el era libre de si mismo. Había conseguido todo lo que podía aspirar: una familia. Todos habían hablado de llegar a la cima, pero nadie había hablado de el dolor que conllevaba; no conforme con las exigencias físicas que el deporte le demandaba, a sus quince años se había enamorado terrible e irrem

Frente al espejo estaba ese cuerpo maltrecho, estaba el con lo que había sobrado de aquel día… Una colección de huesos rotos, más cicatrices y casi el doble de remiendos que alguna vez tuvo y su alma cayéndose a pedazos. Eso era, remiendos y recuerdos, soledades y un montón de nostalgias muy recurridas, y aun así, a pesar de lo mal que se podía ver o sentir con un muñón en su extremo derecho y una cara de muerto fresco, decidió, como lo dictaba su sentido común, salir adelante, cogió la ropa y aunque tardo más de una hora, se duchó